jueves, 17 de marzo de 2011

¡POR FIN!

 
   “Y al séptimo año descansó”. Por fin, después de seis largas temporadas, a la séptima conseguimos pasar de Octavos en la Liga de Campeones. La Liga de las Ligas. La Liga en la que el Madrid ha sido superior durante muchos años. Sí, señores, utilizo un tiempo verbal pasado porque llevábamos seis años haciendo el mongui (si me permiten la expresión) en la competición de las competiciones y eso para el equipo que cuenta con más orejonas en sus vitrinas era un fiasco. Hasta que llegó el Séptimo año, la Séptima temporada. Siete, séptimo, séptima, un número cargado de simbolismo y de superación para el madridismo: la Séptima Copa de Europa fue la que derribó un muro que parecía insalvable durante 32 años, siete es el dorsal que portaron leyendas blancas y ejemplos de superación y carácter como Juanito y Raúl, siete significa volver a estar entre los 8 equipos mejores de Europa.
   Y por esa senda de superar eliminatorias, los blancos completaron un auténtico tour de force anoche para imponerse al Olympique, su reciente bestia negra continental. Los chicos de Mou salieron con mucho empuje en los compases iniciales del encuentro (los 10-15 primeros minutos), con el machete entre los dientes cual Rambo en las selvas vietnamitas, muy enchufados, presionando muy arriba y con las líneas medianamente juntas (algo poco usual en este equipo que suele dejar huecos, sobre todo en la franja del medio campo). Una vez cumplido ese tiempo inicial el equipo se fue desinflando un poco: pases imprecisos, dispersión, pérdidas de balón por menos velocidad que el rival, sin juego, sin organizador (Özil es un fenómeno pero no tanto un organizador del juego como lo fue Guti o como lo pueda ser Xavi; no todo el juego o los balones pasan por él, pero cuándo pasan, ¡CÓMO PASAN!). Sin centro del campo y con la defensa muy adelantada, tanto que Pepe (¡ay, Pepe, Pepe!) hizo la primera de sus apariciones estelares en la noche de ayer, casi en el círculo central para frenar una arrancada peligrosa. Lo de Pepe, es un tema aparte. Con su renovación in extremis el cuerpo técnico del Madrí debiera plantearse, quizá, algún tipo de técnica o plan (como ya hicieran tras el affaire Casquero) para, sino encauzarle, sí por lo menos evitar que se le vaya tanto la cabeza, porque lo de ayer fue tremendo: 4 entradas desaforadas por las que, inexplicablemente, sólo vio una amarilla.
 
Locuras transitorias aparte, el 1-1 de la ida se antojaba muy mísero viendo cómo se estaba desarrollando el encuentro y cómo íbamos a sufrir de seguir así, de mandar balones al poste como el cabezazo de Kedhira, trallazos de Cristiano, ocasiones erradas por El Gato (gol anulado al filo del descanso, inclusive), la discutible tarjeta a Carvalho al sacar un balón cuando un rato antes a Di María le arrastraron con ambas piernas impunemente (lo del árbitro también caso aparte, sin expulsión a Pepe y pitando faltas indiscriminadamente: unas sí, otras no, como en la recta final de la segunda parte).

   Pero el pícaro Marcelo se acordó de uno de los hits de Céline Dion que decía In a minute it can change your life y en el ‘37 se sacó un jugadón a magnífica pared con Cristiano, driblando a la defensa francesa y soltando un zurriagazo que sólo pudo rozar el meta Lloris antes de colarse. Así, casi por sorpresa, chás, cuando más necesitaba el equipo calma, poco antes del descanso, Marcelito nos la brindó. Ahí conseguimos medio pase para cuartos. Este brasileño, el lateral izquierdo más rotundo desde los tiempos de Roberto Carlos (me atrevería a decir con incluso más técnica que el mítico 3) lleva tres grandes temporadas y ha ido creciendo como futbolista, tanto en habilidad como en fuerza y gol, a medida que también se ha ido dejando melena. "Estamos felices por la victoria, nos viene bien para levantar la moral y gracias a Dios hemos conseguido pasar, este triunfo nos da tranquilidad". Qué humilde el carioca que no reconoció su importancia en la victoria y en el acopio de fuerzas que su tanto dio a la plantilla.
   La segunda parte de la contienda fue un monólogo blanco que salió con intensidad, con convencimiento y empuje. Esta vez el equipo sí presionó la salida de balón e incluso arriba, con Benzemá como cabecilla. Dos claros ejemplos: la recuperación que hace en el campo del Madrí y que llega al área pequeña a base de paredes con Özil mientras ambos avanzan pero que el alemán acaba fallando. El segundo ejemplo es su gol (el 2-0) con su empeño y lucha por el balón delante de un absorto Cris que tardó en reaccionar. Entre las piernas de Lloris, por el hueco más difícil.



El Olympique ya estaba desintegrado a pesar de alguna aislada acción desde lejos de Gomis. Su defensa ya estaba descompuesta, dejando huecos y pasillos ideales para los pases largos y en profundidad, donde sin presión de por medio el Madrí es mortífero. Pim-pam-pum…fuego. Y el latigazo final en las botas de Di María que controló un balón semejante a aquel potro desbocado que no sabe a dónde va que rezaba la famosa copla. La diferencia es que esta vez sí se sabe a dónde iba: iba a la portería y directamente hacia los cuartos de final.
   "Algún día teníamos que pasar, lo que no era normal es que no pasase el Madrid” puntualizó Mou en la rueda de prensa posterior antes de soltar una de esas grandes frases que enmarcan periódicos, corchos de habitaciones, blogs, tweets, etc. al justificar la alineación de un Cristiano no recuperado para la contienda: “El fútbol es como la vida: vive hoy, que no sabes lo que pasará mañana”. Bueno, mañana, por de pronto, será el sorteo para la siguiente ronda, un sorteo en el que ningún madridista-no-enajenado-totalmente-por-la-alegría-de-anoche quiere cruzarse con el Barcelona, pese a que haya otros clubes fuertes como Inter o Manchester. Aunque al entrenador luso le diera cosa confesarlo. ¡Pillín! jeje. En cualquier caso, Carvalho tiene razón afirmando que no es tan importante el rival como hacerlo bien.
   Sea como fuera y toque quién toque mañana, yo hoy tengo los chakras (centros de energía del cuerpo humano) alineados, que por cierto, son siete también. J

2 comentarios:

Miriam dijo...

Qué antojo leerla, oiga, pero me lo guardo pa' después del trabajo y luego comento... enhorabuena merengue!! me simpatiza el comienzo del texto... :P

Isabel Aguilar dijo...

WOOOOAAAAUUUUUU!!!!!!!! Súper post que te has marcado, lady Maga. Me ha encantado tu crónica. Sobre todo lo de "llevábamos seis años haciendo el mongui" jajaja Enhorabuena, merecido pase. Mañana gran día, yo voto por un Real Madrid-Torres :)