martes, 1 de mayo de 2012

Autoexigencias.



  -“Katie, esperas demasiado”. -“A cambio doy todo lo que tengo”. Este magnífico diálogo entre Hubbell y Katie, o lo que es lo mismo, entre Redford y Streisand aquella noche intensa, con su relación al borde del precipicio, es revelador. “The way we were” ejemplifica la lucha entre lo que uno es, lo que uno quiere, lo que a veces no podemos conseguir y la autoexigencia que, a veces, nos impide disfrutar de lo bueno que tenemos al alcance.

  En esta misma ambivalencia nos movemos muchos en determinadas ocasiones y el Real Madrid también la conoce bien. Leía ayer dos artículos que me han llevado a pensar sobre esto a cargo de dos periodistas futboleros que suelen saber de lo que hablan: Alfredo Relaño y David Gistau. Coincido con puntos propuestos por ambos, a raiz de los pitos de aficionados en el Bernabeu, el domingo pasado, a la figura de Mourinho.

    Relaño (ver enlace al final) expresaba su falta de expectativas cumplidas por parte del luso al frente del banquillo, en estas dos temporadas. No le parece un “logro” haber conseguido la Copa el año pasado, presumiblemente la Liga, en éste y, haber estado en dos semis, consecutivas, de Champions. También es crítico con ciertos planteamientos conservadores en encuentros importantes y cómo un sector considerable (él menciona los ultras, por ejemplo) de la gradería blanca le sigue a pies juntillas. En esto último, soy de la misma opinión. Creo que este Madrí está batiendo récords pero también hay cosas criticables del luso: su conservadurismo táctico en ocasiones; su poco uso de las bandas, en muchas otras, como planteamiento táctico; la falta de un centro del campo poderoso de creación; sus cambios a destiempo, como en la vuelta de semis contra el Bayern. No entiendo la fe ciega en alguien, sea quien sea. Incluso la fe ciega en los ídolos; también tienen Cara B.

Difiero de él, por contra, sobre el poco valor que le da a la consecución de únicamente un título liguero por parte de esta institución: “No está mal ganar la Liga, tras haber ganado la Copa un año antes. Tampoco está mal ser semifinalista de la Champions por segunda vez consecutiva. Pero no es ningún récord”. Estoy de acuerdo en que para una institución como el Madrid, acostumbrada a la máxima exigencia, a ganarlo todo, sólo un título sabe a poco pero, creo que es de justicia, darle valor a lo que el equipo está a punto de lograr: una Liga no es cualquier cosa, es fruto de un trabajo bien hecho y sustentado en una base de 8 meses, contra equipos buenos y aguerridos. Tiene más mérito que conseguir una Champions, por mucho lustre que ésta dé. Y, no olvidemos, ante un Barça potente, que ha sido el rival a batir en estos últimos años y que ha conseguido ensombrecer el buen trabajo de cualquier otro conjunto.

   Creo que minusvalorar el triunfo no es justo. Hay que conocer los propios límites y estar satisfechos de los resultados aún cuando no sea lo máximo a lo que podíamos aspirar, si hemos dado todo lo que teníamos o hemos puesto todo los medios a nuestro alcance. Hubbell y Katie también sabían mucho al respecto. Aceptación. Y, es ahí, cuando recuerdo las palabras de David Gistau en su excelente e incisiva Barra Brava  de cada lunes, respecto a los pitidos del domingo: “No sé si castigaban la eliminación contra el Bayern u otro de esos títulos de Liga que el propio madridismo se apaña para ningunear por culpa del intangible aristocrático”. 

Somos una afición exigente y canibalista, automutiladora, incluso. Siempre críticos, obviando a los excesivamente devotos, claro. “El ambiente de Chamartín y su tortuosa relación con la alegría” describe Gistau. ¡Y, cuánta razón tiene! Esa ambivalencia, ese querer y no poder, ese no ser capaz de disfrutar de los triunfos y de los buenos partidos, aunque no sean EL Partido o La Copa de Europa. Como aficionada, no recordaba una Copa del Rey ganada, no tengo esa imagen y puedo decir que fui feliz cuando la conseguimos el pasado año, ya había ganas. Le doy el valor que tiene aunque reconozco que cuando ganábamos Champions no lo hacía.

   Ese grado enfermizo de perfeccionismo y autoexigencia del madridismo son dos caras de la misma moneda de su identidad. Los madridistas tenemos que aprender a vivir con ello y no darnos tanta caña. Mañana, si el equipo gana en San Mamés, el madridismo tendrá una buena oportunidad de empezar a aceptarse y, es posible que así, comenzar a disfrutar. 




Pd: Artículo de Alfredo Relaño en "As". http://www.as.com/opinion/articulo/amigo-mourinho-esperabamos/20120430dasdaiopi_2/Tes

1 comentario:

Carola dijo...

Gracias a las tres por demostrar que se puede hablar de fútbol (y de cualquier cosa) de manera distinta a la que la tv nos tiene acostumbrados, a una especie de charla de bar llena de lugares comunes y voces superpuestas, que tenéis sobrados recursos y conocimientos como para ejemplificar y utilizar gran cantidad de referencias culturales para comunicar, demostrando que la diferencia no está en la materia sino en el comunicador. Gracias!