Dos días. 48 horas es lo que falta para que el balón comience a rodar en el Camp Nou en un partido especial ya que (¡por fin!) es el último clásico de los cuatro en estos últimos 20 días y porque es de Champions, el partido que dará a un finalista que, seguramente, se enfrente al Manchester United de Rooney y Chicharrito.
El Barça parte con ventaja por el 0-2, pero cuidado. Más por culpa de los medios deportivos que de la realidad, si al Barça le daban como claro favorito para ganar la Copa, tras la victoria agónica del Madrid los papeles se invirtieron. Parecía que los blancos ya tenían el partido ganado y, nuevamente, el Barça impuso juego y goles.
Tras cuatro días del partido de ida de Champions me quedan pocas ganas de hablar del esperpento que se sigue viviendo en las ruedas de prensa y ahora en los despachos. Lo que tiene ser acérrimo de un equipo, de cualquier equipo, es que siempre veremos la botella medio vacía cuando ocurre algo en contra de los intereses de nuestros colores.
Pero hay ciertas cosas que unos y otros no podrán negar. En este caso es que Mou planteó un partido de 0 a 0. Lícito, por supuesto, tal y como hablaba con mi amiga y compañera de blog, Ana, cada uno es libre de hacer el planteamiento que crea oportuno y en este caso la idea era clara: jugar como jugó el Inter la temporada pasada. Pero el problema es que de los errores se aprenden y el Barça también sabe aprovechar sus ocasiones.
No fue un partido de lucimiento azulgrana. Ante un equipo que se mete atrás y con tanta calidad pocas filigranas se puede hacer, pues hay que dejar paso a la efectividad y al movimiento de balón rápido para que el contrario se canse y cometan errores.
Y así fue. La primera parte terminó empate a cero, pero con dos ocasiones claras de un Messi que ya avisaba de sus ganas de salir por la puerta grande y de un Xavi que parece se multiplica por el campo. Y tras el descanso, los goles. El Madrid empezaba a dar síntomas de cansancio y, si juegas sólo a defender ante once chicos bajitos y rápidos lo normal es que tarde o temprano metas una patada de más.
No sé si Pepe toca o no a Alves, como si fueran realidades virtuales, por la web circulan vídeos para todos los colores y a mí me da cierto miedito que la realidad cambie o no según haya un frame de más o de menos ¡qué pavor! Lo cierto es que según el El International Football Association Board (para entendernos, los que ponen las reglas de juego de este deporte) se dice: "Cualquier entrada que se considere que ponga en peligro la integridad física de un adversario será considerada juego brusco grave. A partir de ahora, los oficiales de partido deben mostrar la tarjeta roja a los jugadores que hagan entradas peligrosas por delante o de lado" (esta última es la de Pepe).
Y ahora me dirán ¿y la patada de Busquets a Xabi? Pues sí, digna también de tarjeta, al igual que el empujón de Manolito a Busquets o el doble pisotón de Marcelo a Pedro dentro del área. Expulsióny penalti. Pero estas acciones que no fueron tipificadas no quitan que la de Pepe, sí vista por el árbitro no se mereciese la tarjeta colorá.
Después de la expulsión la cosa siguió igual. El Barça achuchando y el Madrid sacando agua como podía. Un inmejorable Afellay sustituyendo a un dolorido Pedro sirvió medio gol a un Messi que luego se dio el gustazo de crear una obra de arte él solito (ver anterior post y cuidado con la baba).
Pero el martes será otro día. Como dice Pep si sólo creemos que lo tenemos heho lo pasaremos mal. Yo, por si acaso, ya tengo mi maleta terminada para el partido de vuelta, las camiseta del Barça, la bufanda y mucha ilusión van en ella. Ocho horas de piernas encojidas y una Barcelona para descubrir otra vez. Un Camp Nou mágico, pues es mi primer clásico en directo y muchas ganas de animar. Sigamos haciendo historia y gritemos muy fuerte ¡Visca el Barça!
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