sábado, 18 de junio de 2011

Mucho más que un deporte...

El escocés Bill Shankly
   “El Fútbol no es cuestión de vida o muerte, sino mucho más que eso”. Esta sentencia graciosa y excesiva (precisamente lo primero consecuencia de lo segundo) encierra toda una filosofía de vida, todo un credo. Y es que ya en los tiempos del legendario entrenador del Liverpool Bill Shankly (autor de la frasecita), allá por los años 60 del pasado siglo cuando devolvió a su club a la máxima categoría de la Premier y el lustre perdido con títulos, el balompié era una auténtica pasión para la sociedad, una forma de evadirse en los tiempo complicados de la Europa en reconstrucción. Antes y después, también.
Si “la religión es el opio del pueblo” como decía Marx, el fútbol también lo ha sido. Los Clásicos ligueros, coperos y championeros han superado récords televisivos esta temporada. El partido más visto fue la vuelta de semis que concentró a 14.114.000 aficionados delante del televisor (un 66,9% de cuota de pantalla), sólo superado por la prórroga de la Final de Copa que alcanzó un pico máximo de 14.172.000 espectadores (73%) pero tuvo una media más baja (durante el partido) de 12.849.000 seguidores (67,7% de cuota). El segundo choque completo más visto fue la ida de semis con una media de 12.550.000 espectadores (se ofreció, a través de 13 autonómicas, por el 93,1% del territorio español, con una cuota del 63,6%). Mientras que el encuentro menos seguido, el liguero del 16 de abril (el primero de los 4) tuvo un share de 11.123.000 personas (62%).
   El fútbol ha sido y sigue siendo “algo más”, “un Ser Superior”, que diría el otro, aunque en tiempos de crisis puede que se tienda demasiado a ensalzarlo e, incluso, a querer utilizarlo, a veces, como narcótico de sociedades y no desprovisto de fines políticos y/o partidistas. El Mundial de Sudáfrica supuso algo excepcional y grandioso para todos nosotros, algo inédito y, su gran cobertura mediática estaba motivada pero puede que se alargara mucho en el tiempo, en un tiempo en el que los problemas sociales y económicos acuciaban a este país mientras que La Roja llenaba portadas. Por ejemplo. Pero también o precisamente por eso, la dinamo que genera este deporte, su fuerza, hace que se produzcan cosas insólitas.
   El otro día escuchaba en las Jornadas Nacionales de Publicidad y Comunicación de Valencia (milagros del streaming jaja) al periodista Ángel Expósito que contaba unas vivencias relacionadas con el fútbol, en otros lugares del mundo: estando en Darfur nada más y nada menos, divisó entre una nube de polvo y desolación a un niño con una camiseta de Beckham; en Pekín, en otra ocasión, había un cartelón de Raúl anunciando Pepsi (o “Pessi” como diría Torres, el de “Fuennla” jeje). Expósito también relató cómo al pagar la factura de un hotel en Afganistán, en la misma constaba en la casilla de Ciudad de Origen: “Real Madrid, Spain”.
 “El fútbol ha roto fronteras” dijo Expósito y, tiene razón. Ha derribado muros e incluso ha levantado conciencias (sí, aunque suene a paradoja) sobre problemas sociales y ha ayudado, y sigue haciéndolo, a gente que sufre. Sólo por eso es un gran deporte con una masa social, grande también (en el sentido más cualitativo de la palabra).
   En Esas Jornadas participó el Director de Comunicación del Valencia, Damiá Vildagany, que mencionó ciertas cosas sobre la dinámica de su club y del fútbol, en general, que nos pueden llevar a reflexionar. Por ejemplo que su equipo, después de 5 años de éxito futbolístico y comercial (entre 2004 y 2009) “se puso en manos de burbujas inmobiliarias, intentando ser como el Barça o el Madrí”. Que el fútbol “ha caído en una dinámica de gastar más de lo que los clubes tienen, intentando perseguir sueños a golpe de talonario”. Que los medios resaltan “las miserias y lo morboso y, que contra eso se lucha queriendo al fútbol y no permitiendo que se trivialice”.
Que desde el punto de vista de la Comunicación dentro de un club “es un error ocultar la realidad cuando ésta se traduce en un mal momento económico y, que en esas circunstancias, no ayuda retener a un jugador importante en vez de venderlo”. Que cada vez más “las entidades se están introduciendo en las redes sociales y elaborando planes estratégicos desde marcos referenciales de posicionamiento online”. Que el mundo de los patrocinios empresariales en el fútbol “tiene que medirlo cada organización porque cuánto más arriba esté un equipo más apoyos tendrá por parte de sus aficionados pero, también, más rechazo por parte de su némesis futbolístico y de su masa social/comercial” (caso de Zanussi que dejó pérdidas en Cataluña durante su patrocinio merengue). Que “de las crisis salen oportunidades y que hay que aprovecharlas”.
   Me quedo con este último mensaje de optimismo en tiempos difíciles y, destacaría la conclusión final de Vildagany parafraseando a Francisco Mora que fuera DIRCOM del BBV: “Las crisis hay que afrontarlas, desde el punto de vista comunicativo, y, para eso, son necesarias la sinceridad y la valentía”. Yo lo extendería a cualquier punto de vista en cualquier orden de nuestra vida, no únicamente en el fútbol.

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