De Jung y Freud…

Sigmund Freud y Carl Gustav Jung

Desde los tiempos de Sigmund Freud y Carl Gustav Jung que han sido referentes de la Psicología, esta esfera de la ciencia ha marcado la trayectoria vital y emocional de mucha gente y lo sigue haciendo en nuestros días. El Psicoanálisis, El Humanismo, El Conductismo, La Gestalt, El Análisis transaccional o cualquier otra de las ramas de este saber intenta dar respuestas a aquellos asuntos no resueltos que perturban a los individuos en su día a día, en su vida. Intenta dar equilibrio; equilibrio emocional. Y es aplicable a cualquier campo. Como por ejemplo al deporte y, en concreto, al fútbol. Tanto es así que ha habido dos hechos este pasado fin de semana que pueden ser relevantes psicológicamente para la entidad madridista en los días venideros. Uno de ellos es que el Madrí de fútbol ganó su partido ante el Athletic de Bilbao en San Mamés el pasado sábado. Ese mismo día, sucedió el segundo de los hechos: la victoria del Madrí de baloncesto frente al Regal Barça en la ACB, de la que ahora ambos son co-líderes.

   Un equipo que en Liga venía con la moral baja por haber tirado 3 puntos la semana pasada ante el Sporting y haberle dicho a la Liga aquello que Rhett Butler le soltó a Escarlata O’Hara cuando ésta le preguntó qué sería de ella sin él, aquel legendario “Francamente querida, no me importa”. Pues aún así, el equipo se sobrepuso y le plantó cara a los bilbaínos, que pusieron garra pero se fueron desinflando. Esto sucedió, en cierta medida, por el experimento que propuso Mou con la alineación. Albiol y Garay (sí, sí, el mismo) como pareja de centrales, con Arbeloa de lateral izquierdo dando descanso a Marcelo. La sorpresa de Pepe adelantado a la zaga y colaborando con Lass en la contención pilló a los de Caparrós descolocados, ya que eran un obstáculo en las acometidas vascas, sin poco peligro, ciertamente. También por la ausencia de Xabi Alonso (saldría al final) que se quedó de inicio en la caseta.

Carvalho (sustituiría a Garay al final), Özil y Adebayor que se antojan claves para el partido contra el Tottenham el miércoles, también tuvieron descanso. Como Cristiano aunque finalmente salió en el ’63 y marcó un real golazo apenas minutos después. El tercero y último de la tarde. Granero (otra novedad en el once inicial) le lanzó un pase desde medio campo a la banda izquierda para que el portugués, al que tampoco quieren los aficionados bilbaínos (¡ohh, vaya, qué lástima!), hiciera un quiebro a San José y batiera a Iraizoz casi sin ángulo. Dos ocasiones más suyas, algunas erradas de Higuaín, de Di María y Kaká, que marcaría los dos primeros tantos de pena máxima (el primero un gran tiro, por cierto) y que salió de inicio en otra sorpresa de Mou, fueron el balance blanco. El bilbaíno, en cuanto al gol, fue nulo. En cuanto a ocasiones Muniaiz y Gurpegui las tuvieron pero quizá un exceso de individualismo no permitió poner en serios riesgos a Casillas que sí sufrió con un tiro de Toquero al borde del descanso. El Athletic tenía la posesión del balón mientras el Madrí esperaba a la contra pero los leones no tienen una defensa potente, como ya les sucediera la temporada pasada. Ni un centro del campo que distribuya. Y, confían en su único referente, Llorente, al que le llegan pases largos pero que tuvo ocasiones aisladas, sin acierto ni precisión, como las asistencias que recibió.

Y aunque el Barça ganara su posterior encuentro frente al Almería y siguiera manteniendo la ventaja de 8 puntos, el Madrí tuvo que cumplir con su obligación que era sacar adelante su partido e intentar sobreponerse psicológicamente al varapalo de la semana anterior. Labor difícil donde las haya: manejar la psique o intentar hacerlo. Pero La Catedral es un campo siempre complicado y esta victoria puede ser un referente y puede ayudar a darles ánimos para afrontar el partido de la siguiente jornada. Y es ahí donde entra la psicología. Sí señores, EL PARTIDO, el Clásico liguero, por fin. Ya entramos en el bucle infernal de choques Madrí-Barça y que el partido anterior haya acabado en victoria es un aliciente más, importante psicológicamente. Como también es que el 5-0 de la ida haya sido hace meses. El recuerdo sigue ahí pero la angustia ha disminuido ante todo lo que el madridismo puede conseguir, ante la perspectiva de que el Barça no es el mismo todopoderoso equipo de noviembre, algo que el mismo Guardiola ha reconocido. También, ante la casta que el Madrí saca en situaciones límite y, por añadidura, para qué engañarnos, porque el tiempo todo lo cura o, por lo menos, mitiga. 

(foto Ángel Martínez)

   También y, aunque sean deportes diferentes, para el Madrí y el madridismo ha supuesto una ayudita a nuestra psique la victoria blanca frente a los culés el mismo sábado pasado, precisamente, en la Liga ACB de Baloncesto. Fue un partido apasionante que se alargó hasta la prórroga y cuyo marcador dominó el equipo blanco hasta que, tontamente, se relajó en el último minuto y dejó que los culés se pusieran por delante por no intentar controlar más la pelota. En los instantes finales los blancos, concretamente faltando 8 segundos con una canasta de Tomic, consiguieron empatar (64-64) y provocar la prórroga que significaría, a la postre, poder romper una tradición nefasta para el club blanco como era perder contra su eterno rival año tras año, tanto en Liga como en Copa del Rey (la última en febrero de este mismo año por 60-68).

77-72. Expiación blanca.

   Así que aunque como dice la expresión popular son amores diferentes baloncesto y fútbol, para el madridismo y para el Madrí esto también es un estímulo y ayuda psicológicamente para encarar los enfrentamientos venideros tan duros que nos esperan.